Por: Eduardo Álvarez
Víctima de odios y rencores acumulados, nunca superó un pasado que no construyó, imposible de cambiar y borrar. Por eso, sale del poder sin un mañana prometedor. Confuso. El dinero no le impide volver al oscuro ayer que reclama un final inevitable. Sólo por aferrarse a él.
Hay muchas formas de retornar, y la peor es la que nos devuelve a los momentos más desagradables e indeseables. Quedar atrapado en ellos ocasiona tales resultados. Aquéllos vientos trajeron estas tempestades.
Distorsiones y pasos errados en el juego de poder que apenas garantizan la ruina. De ahí que, en poco tiempo, el destino ponga al verdugo a merced de su propia víctima.
En Miriam Germán se dio la obra bienhechora. Aún así hay quienes dudan de que la justicia divina se impone a la débil y maleable de los hombres, que el tiempo pasa volando y que las glorias del presente son engañosas.
¿Quién les iba a decir a Danilo Medina y a su pupilo Jean Alain Rodríguez que a pocos meses de maltratar y abusar del poder con una dama y su hijo especial, estarían a punto de pedir cacao ante ella misma.
Nadie aprende en cabeza ajena, pero lecciones tan dramáticas y contundentes como estas, invitan a reflexionar sobre las bondades de la transparencia, la honradez, la justicia y el respeto a la palabra empeñada. Temperancia en todo.
En ocho años levantaron un paraíso Injusto e impune trazado, acaso, por un pasado lleno de frustraciones y rencores. Bien lo dice San Agustin: ama y haz lo que quieras. Perdonar y amar son las únicas propuestas que garantizan el triunfo y la gloria infinita. Hacer justicia dista mucho de ser vengativo.
Por eso, una es de orden social, y la otra se reduce a lo personal. Por tanto, la felicidad y el amor apenas los encuentras en la justicia. Siendo así, la vida da muchas vueltas.